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La inversión en proyectos científicos es la más rentable

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Investigadores y plataformas de financiación participativa colaboran para iniciar nuevas empresas e investigaciones.

Conseguir inversión es uno de los principales quebraderos de cabeza de cualquier emprendedor. Pero cuando son las iniciativas científicas las que tratan de alcanzar este objetivo, la situación se complica todavía más, debido a las dificultades que, muchas veces, implica explicar el proyecto. Así lo confirma, Daniel Oliver, director de Capital Cell –una plataforma de equity crowdfunding en proyectos biotecnológicos–, “las entidades que se dedican a la biotecnología y a la salud tienen verdaderos problemas para conseguir inversión porque lo que proponen es extremadamente complicado”. Este inconveniente está impidiendo poner en marcha proyectos con una alta rentabilidad ya que, según Oliver, “la biotecnología es el sector más rentable de inversión en España desde 2008”.

Junto a este beneficio, Oliver señala otros como el bien social inmediato que la investigación, la ciencia y el I+D aportan a la ciudadanía. Así, desde Capital Cell buscan implicar a la sociedad para que la investigación reciba mayor apoyo económico: “El I+D es un sector peligrosamente descuidado, por eso, la inversión privada es una forma de fomentarla”.

En este sentido, cada vez son más las plataformas que ofrecen a iniciativas científicas la oportunidad de financiarse. Según el estudio Análisis de la financiación colectiva en las ciencias biológicas europeas de 2015, elaborado por Biocom AG, en la actualidad se pueden identificar en Europa unas 18 plataformas relevantes de financiación colectiva para empresas científicas. De igual modo, entre 2010 y junio de 2015 se contabilizaron 42 empresas de ciencias biológicas que habían finalizado una de estas campañas con éxito, con un total de capital levantado de casi 23 millones de euros.

18 INICIATIVAS

Es el número estimado de las plataformas colectivas más relevantes en Europa que aportan crédito a muchas de las compañías científicas.

Fuente: El economista

 

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