Dar a conocer esta realidad y tomar conciencia de la situación en cuanto a la desigualdad salarial, es el punto de partida para terminar con la brecha salarial de género.
La infravaloración del trabajo de las mujeres
El hecho de que muchas mujeres reciben retribuciones menores que los hombres por realizar trabajos de igual valor reside, principalmente, en la infravaloración de las competencias de las mujeres y de las habilidades precisas para desempeñar ocupaciones tradicionalmente feminizadas, lo que lleva a que sean ubicadas en niveles inferiores de la clasificación profesional y a que la estructura salarial no reconozca de la misma manera el trabajo de unas y otros.
La segregación ocupacional
La existencia de segregación horizontal, donde las mujeres se concentran en sectores y actividades marcadamente feminizadas (sanidad, asistencia domiciliaria, comercio, hostelería, educación no superior) y los hombres en sectores y actividades tradicionalmente masculinizadas (construcción, tecnología e industria en general) conlleva a que las mujeres perciban menores retribuciones que los hombres. Además, los sectores de actividad feminizados se caracterizan por una mayor precariedad laboral y mayor inestabilidad en el empleo, repercutiendo directamente en una menor retribución.
La segregación vertical supone la escasa presencia y mayores dificultades de acceso a puestos de responsabilidad por parte de las mujeres, teniendo como consecuencia menores retribuciones para ellas.
Déficit en la corresponsabilidad
El desequilibrio en el reparto de las responsabilidades familiares entre mujeres y hombres, el escaso desarrollo de políticas de conciliación en las empresas y, sobre todo, corresponsabilidad en las empresas, junto a la falta de estructuras y servicios para la atención de personas dependientes repercute negativamente sobre la igualdad retributiva. Además, una mayor interrupción en la carrera profesional de las mujeres para la atención y cuidado de personas dependientes reducen las oportunidades de mejora de su empleabilidad y de desarrollo profesional, situándolas en niveles inferiores de la escala profesional, lo que conlleva una desigualdad retributiva.
Fuente: BIE – Instituto de la Mujer