El miedo al despido ahorra más de 3.000 millones a la Seguridad Social en bajas

– Los procesos por incapacidad temporal se redujeron en casi un 46% durante la crisis.

Menos bajas laborales, más cortas y, por tanto, más baratas para el erario público. La mejora de la gestión de la Seguridad Social y de las propias mutuas, la reducción del fraude y de la picaresca por miedo a perder el empleo hicieron que los ciudadanos faltaran menos a sus puestos de trabajo durante los años de la crisis. Los procesos por enfermedad se redujeron en casi un 46% y ello ahorró más de 3.000 millones a la Seguridad Social.

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Los últimos datos publicados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social evidencian que hasta el pasado mes de noviembre de 2014 el sistema desembolsó por bajas laborales un total de 5.028 millones, una cifra que contrasta con los años de crisis más dura, como fue 2008. En ese ejercicio, en el que se alcanzó el máximo gasto de la serie histórica, que arranca en 1990, la incapacidad temporal tuvo un coste cercano a los 8.200 millones de euros.

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En los últimos seis años el gasto en bajas por enfermedad se ha ido reduciendo ejercicio tras ejercicio hasta situarse en 2014 a un ritmo del 6,9% anual, aunque en 2012, coincidiendo con las retricciones salariales aprobadas por el Ejecutivo para las bajas en el sector público, el retroceso fue del 12%.

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Menos empleo, menos bajas

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¿Qué factores explican este descenso en el gasto? De un lado, la crisis y la fortísima destrucción de empleo que provocó. Al haber menos trabajadores con empleo, se registraron menos procesos de incapacidad temporal. Pero la recesión también provocó que muchos empleados que en otra coyuntura económica hubieran causado baja en su empresa, se resistieron a hacerlo por miedo a perder su puesto de trabajo. A esta circunstancia se le añadió desde 2012 las medidas aprobadas por al Administración para recortar el absentismo laboral.

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El Ejecutivo del PP aprobó ese año cambios en el régimen retributivo de la incapacidad temporal que fueron de aplicación para todo el personal de la Administración. El objetivo fue frenar el volumen de ausencias de corta duración (inferiores a 15 días) que se contabilizan cada año.

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Desde 2012 los funcionarios y empleados públicos que causaran baja por contingencias comunes ven reducido su salario los tres primeros días de incapacidad un 50%, si la baja se prolonga de cuatro a 20 días, pasan a percibir el 75% de sus retribuciones y si se trata de una dolencia más grave, lo que provoca una baja de más de 21 días, sólo en ese supuesto es cuando cobran el 100% de su sueldo; tal y como ocurría antes de la reforma en todos los casos y desde el primer día de la baja.

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Mayores controles

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También la reforma laboral aprobada ese año introdujo mayores facilidades para despedir a un trabajador que reiteradamente se diera de baja por enfermedad en su empresa. Hoy, las empresas pueden despedir a un empleado que cause baja de forma reiterada si sus faltas de asistencia alcanzan el 20% de las jornadas hábiles en dos meses consecutivos o el 25% en cuatro meses discontinuos dentro de un periodo de doce meses. A estos efectos no computan las bajas por accidente de trabajo, maternidad, riesgo durante el embarazo y la lactancia, enfermedades causadas por embarazo, parto o lactancia, paternidad o las enfermedades o accidentes no laboral cuando la baja haya sido acordada por los servicios sanitarios oficiales y tenga una duración de más de veinte días consecutivos.

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El gasto en incapacidad temporal se ha reducido en España porque han disminuido previamente los procesos de baja. En 2013 se registraron 262.345 procesos de incapacidad temporal de media mensual, un dato que contrasta con los 483.011 de finales de 2007, el pico más alto. Esto quiere decir que durante la crisis las bajas se redujeron un 45,6%.Una caída en la que también ha incluido la destrucción de empleo, lo que ya supone por sí solo una reducción los procesos. Su duración media también se ha acortado. Ha pasado de los 47,7 días antes de la crisis (año 2006) a 37,5 días al cierre de 2014. La incidencia de las bajas por cada 1.000 trabajadores ha caído igualmente. Antes de la recesión era de 30,9 y en 2014 disminuyó hasta 18,8.

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Pero la evolución descendente de las bajas comenzó a truncarse en 2014. Los datos hasta noviembre de la Seguridad Social evidencian que los procesos han comenzado a crecer al calor de la recuperación económica y, por tanto, de la percepción que tienen los empleados de mayor seguridad en el puesto de trabajo. El pasado ejercicio se registraron 269.158 bajas médicas, casi un 3% más que un año antes.

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«Estos datos revelan que el absentismo sigue siendo un problemavigente en las empresas y que no parece que se haya aprovechado la coyuntura de la crisis para modificar la cultura absentista, por lo que se hace necesaria la aplicación de estrategias que permitan contener este nuevo avance», asegura un informe «Horarios de trabajo y absentismo laboral» elaborado por la mutua Asepeyo y la Asociación para la Racionalización de los Horarios en España, (Arhoe).

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Para combatir el absentismo este trabajo proponen racionalizar los horarios en la jornada laboral. «Las horas pactadas en los convenios son suficientes si se trabaja por objetivos. Hay que reemplazar ya la cultura presencial, tan arraigada en España», dice.
Pérdida de productividad

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Las aún elevadas cifras de absentismo laboral no dejan indiferente a grandes empresas como a pymes. El estudio de la empresa Kronos titulado «El impacto económico total por las Ausencias de los Empleados en Europa 2014», eleva al 31,6% la pérdida de productividad asociada a una ausencia no planificada frente al 15,2% a una ausencia planificada.

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Datos que colocan a España como uno de los países con jornadas de trabajo más dilatadas, con más de 1.800 horas, según Eurostat, y donde la productividad por hora trabajada es la más baja, después de Portugal y Grecia.

Fuente: Consejo General de Graduados Sociales

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