Los mitos son eternos y sus ganancias también. Al menos así parece demostrarlo Freddie Mercury, convertido en inmortal por obra y gracia de su música. El cantante murió en noviembre de 1991, pero en 2018, con el estreno de la película biográfica Bohemian Rhapsody, ha estado más vivo que nunca. El éxito de la película, pese a quienes han criticado que solo se ha centrado en las caras menos polémicas del cantante británico, ha sido incuestionable y ha devuelto a la actualidad más candente la figura del autor de éxitos como Somebody to love, Don’t stop me now o Crazy Little thing called love. También ha puesto a funcionar de nuevo la máquina de hacer dinero en la que se convirtió el cantante de Queen durante su vida y después de su muerte.
Una situación que ha hecho que Freddie Mercury continúe engordando la fortuna de sus herederos 28 años después de su muerte. Cuando el intérprete falleció, su fortuna —que entonces se estimaba en más de 84 millones de euros— se distribuyó en tres partes: su exnovia y amiga Mary Austin, que en la actualidad tiene 67 años, recibió el 50%; los padres del artista, un 25%, y su hermana, otro 25%.
Entre los bienes que recibió Austin —casi desconocida para el gran público hasta que el éxito del filme sobre Mercury sacó a la luz su historia de amor y amistad— estaba la casa en la que vivió el cantante hasta su muerte, una de las más grandes de uno de los barrios más exclusivos de Londres, y un porcentaje de los derechos de autor futuros.
Freddie conoció a Mary Austin en los años setenta en la tienda londinense Biba, donde ella era una de las empleadas. Llegaron a vivir juntos como pareja durante seis años y, aunque nunca se casaron y Mercury desveló en 1976 que era gay, él siempre se refirió a ella como «el amor de mi vida». Ella sigue viviendo actualmente en Garden Lodge, una mansión de estilo georgiano de veintiocho habitaciones y un gran jardín que ella misma eligió para su amigo. Mary Austin declaró que la herencia de Mercury coincidió con el peor momento de su vida: «Los meses posteriores a la muerte de Freddie fueron los más solitarios y difíciles de mi vida. Tuve muchos problemas para aceptar que se había ido y todo lo que me había dejado”.
Según una información publicada por el diario británico Daily Mail, solo los royalties de Bohemian Rhapsody reportarán a la principal heredera del cantante de Queen 40 millones libras (unos 44,8 millones de euros). A eso se suman los ingresos anuales por los derechos de una obra que no paró con la muerte del artista. Solo como ejemplo, de los más de 32 millones de discos que Queen ha vendido en Estados Unidos, la mitad fueron después del fallecimiento de Mercury.
Según la misma publicación, el apartado de ganancias derivadas de los derechos del grupo Queen se dividen en cuatro partes entre los herederos del cantante y sus tres compañeros de grupo que le han sobrevivido: el guitarrista Brian May, el batería Roger Taylor y el bajista John Deacon. Y se calcula que a Mary Austin le corresponde alrededor del 19%.
El caso de Freddie Mercury no es único. Otros artistas como Michael Jackson, George Michael o Whitney Houston también han seguido generando grandes ingresos de dinero después de su muerte. A finales de agosto de 2018, cuando el intérprete de Thriller hubiera cumplido 60 años, diversas informaciones cifraron en dos millones y medio de dólares (algo más de 2,1 millones de euros) los beneficios por los derechos de sus canciones solo en ese año, una cifra a la que se sumaron otros 15,5 millones de euros de la comercialización de su merchandising.
Fuente: El País
Fotografía: Rami Malek, en ‘Bohemian Rhapsody’