Se acusa a las plataformas online que ofrecen servicios de consumo de ser un nuevo tipo de feudalismo.
El poder es de aquellos que pueden centralizar los datos de forma más conveniente y destruir a la competencia en el proceso. Gobiernos y organismos de supervisión vacilan, por miedo a parecer que se oponen a la tecnología. ¿Es la Autoridad de Competencia y Mercados (CMA) de Reino Unido la que tiene que tomar una postura?
El viernes, la CMA anunció que efectuaría una profunda investigación de la compra por parte de Just Eat del servicio rival de pedidos a domicilio Hungryhouse. Le preocupa que una única compañía pueda dominar el mercado e imponer condiciones injustas a los restaurantes que usan el servicio.
El crecimiento del gasto en comida para llevar ha superado las ventas en restaurante en los cinco últimos años en Reino Unido. Just Eat ha acaparado una cuota del 25% del mercado a domicilio, ignorando las quejas sobre la calidad de los restaurantes ofertados.
Rivales como UberEats van ganando terreno, pero suelen trabajar con grandes cadenas de restaurantes y una base de clientes más pequeña. Las cifras de pedidos de Just Eat crecen a porcentajes de doble dígito. Los pocos costes variables permiten que los márgenes sigan aumentando. Los beneficios subyacentes antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización subieron a 115 millones de libras en 2016. Si absorbe a Hungryhouse, espera sumar otros 13 millones de ebitda.
De no ser así, Just Eat perderá un depósito no reembolsable de 6 millones de libras por la operación valorada entre 200 y 240 millones, aunque teniendo en cuenta que se prevé un saldo de efectivo neto para este año de 230 millones de libras, no supondría una amenaza.
Los ejecutivos de Just Eat pueden animarse recordando la investigación que llevó a cabo la CMA de la compra por parte de Poundland de su rival 99p Stores, que pese a alargarse terminó recibiendo el visto bueno. Además, la rapidez con la que se expande Just Eat implica que podría devorar la cuota de mercado del 3% de Hungryhouse en Reino Unido de forma natural. Si es así, la tendencia pondría de relieve el poco poder que tienen los reguladores antimonopolio para proteger a las pequeñas empresas.
Fuente: Expansión